De Cataluña a Sevilla,
donde la tierra se allana
viniste como yo vine
de forma humilde y callada.
Me une a ti una tierra
de riqueza milenaria
y una historia tan añeja
como el fervor a tus plantas.
Una tierra de crisoles
donde la fe es la que habla,
cuando todo el que te quiera
peregrina a tu montaña.
Y fuiste Tú peregrina,
tu alta curnia, la embajada
que con su rango bajó
a la tierra sevillana.
Te quedaste tan a gusto,
tan perfectamente anclada,
que preferiste el pañuelo
mas conservando tu gracia.
Y aun así lloraste y lloras,
inconsolable y amarga...
Pues como echabas de menos
aquella tierra lejana
-además de por tu Hijo-
también lloras de nostalgia.
Pero te queda el consuelo
y ante todo la esperanza
de que al ser mariana tierra
Tú te sientes como en casa.